Estábamos prácticamente en la antesala de la firma del tratado de paz cuando ya eran evidentes los nuevos signos en el entorno económico de las empresas. Cuando menos en el país, estábamos al borde de la perspectiva de la globalización. Esta nueva perspectiva iba a significar cambios importantes en la forma de hacer negocios, como consecuencia de una apertura a la importación de productos, concretizada a través de la baja de aranceles, medida que se apoyaría y fomentaría. Eran momentos de cambio doloroso.
Había que desarrollar la habilidad de ver hacia el futuro y definir las estrategias para actuar en ese nuevo entorno, poner en práctica nuevos conceptos de competitividad para mantener presencia y participación de mercado, prepararse revisando estrategias de precios, estructura de costos, organización y otras áreas claves en la operación del negocio. Era necesario reconvertirse buscando eficiencia y productividad. Había que “reinventar” el negocio y moverse de una situación acostumbrada a una distinta y dinámica que exigía altas dosis de innovación, creatividad, análisis del mercado, nuevas formas de competir y de actuar con originalidad y agresividad. Ya no se tendrían barreras arancelarias protegiendo el mercado.
Pero la globalización no tan sólo representaba verse frente a una mayor competencia, sino que por el contrario, significaba una oportunidad de incursionar hacia otros mercados. El mundo era ahora el mercado de la empresa, pero había que desarrollar, por supuesto, estrategias de globalización y competitividad de “clase mundial” para aprovecharlo.
Cualquiera que sea y haya sido el ángulo de percepción de la globalización, la empresa se vio enfrentada a un cambio sustantivo del entorno y a la necesidad de ser mas adaptable al medio ambiente, debiendo reforzar su habilidades en gerencia estratégica.
Algunos tomaron acción inmediata y reconvirtieron el enfoque de su “management” empresarial, haciendo énfasis en procesos de planeación estratégica para jugar dentro de las nuevas reglas de la globalización. Comprendieron el mensaje y pusieron la voluntad empresarial necesaria para actuar. Otros no le hicieron. Tal parece que algunos prefirieron asumir que la globalización era un cuento sin fundamento, o simplemente debía de “tirarse por la borda”.
Pero también es cierto que el desafío para ingresar en el rumbo de la globalización no fue de igual magnitud para todos; unos estaban mejor preparados que otros, y para otros, por la misma naturaleza de su negocio, la globalización les imponía retos insalvables. Algunos han podido “conectarse” en este enfoque, pero otros no lo han logrado. Aún mas, podría decirse que en algunos casos se abre mas la brecha entre los actores exitosos de la globalización de aquellos que han quedado afuera de las oportunidades.
Tal parece que nos enfrentamos ahora a otros cambios no menos importantes, aunque estos todavía aparecen muy sutiles. Las crisis de Asia, Brasil y otras, los problemas en precios de nuestros productos básicos en el mercado mundial y la misma situación interna de nuestra economía, pareciera que está cuestionando las bondades de la globalización. Habíamos abrazado la baja de aranceles como el elemento necesario para insertarnos en la globalización, dejando en el olvido los conceptos de economías planificadas centralizadamente y particularmente la formulación de políticas y medidas sectoriales, permitiendo así que trabajasen las fuerzas libres del mercado. ¿Cual es el resultado? Pareciera que el país esta aguantando ahora la respiración en espera de nuevos procesos de cambio.
Escuchamos con más fuerza la necesidad de poner un alto a la desgravación arancelaria, tema central en el modelo de economía globalizada. Algunos países también parecen estar deteniendo un tanto sus intenciones hacia una continuada liberalización de aranceles, y más bien trabajan ya en la formulación de políticas sectoriales concretas, como medidas para crear condiciones propicias para que determinados sectores puedan operar en forma competitiva en el mercado local.
¿Será que veremos ajustar el concepto de globalización? ¿Será que debemos buscar un nuevo concepto de globalización menos “abierto”, si es que esto es posible? ¿Será que debemos retomar algunos de los aspectos positivos de la planificación sectorial centralizada sin hacer peligrar las bondades de una economía abierta en la que trabaja sabiamente la mano invisible del mercado? ¿O será que debemos de redefinir el modelo de la economía para mantenernos siempre dentro de un rumbo de globalización que ofrezca el mejor equilibrio de ventajas para todos los involucrados?
Probablemente no hay todavía respuestas claras a estas interrogantes. Lo que no dudamos es que estamos en crisis y que ésta es global, no sólo local. Los paradigmas parecen modificarse y ajustarse. Cuando los paradigmas cambian, así también lo hacen las reglas de juego en el mundo de los negocios. Para movernos hacia adelante, nuevamente debemos descubrir la nuevas reglas del juego o formular las propias.
Igual que en el comienzo de la década, se hace necesario mantener un constante análisis estratégico que nos identifique los nuevos desafíos y nos permita desarrollar las estrategias del futuro. Es importante visualizar estratégicamente las nuevas reglas de juego y definir las acciones para trabajar dentro de ellas.
Sobre esto M. Wynne, Consultor norteamericano señalaba recientemente:
- No esperemos que las reglas cambien, cambiémoslas nosotros.
- Hagamos de la velocidad nuestra lanza competitiva.
- Usemos la tecnología para servir y satisfacer mejor a nuestro cliente.
- Facilitemos mucho mas a nuestros clientes el proceso de ordenar nuestros productos.
- Seamos nosotros mismos nuestro mas duro competidor.
- No fabriquemos lo que podemos comprar.
- Compitamos sobre las bases de lo que hacemos por nuestros clientes, no tan sólo sobre lo que nuestros productos y servicios hacen por ellos.
- No hagamos tan sólo predicciones del futuro, mejor decidámonos a construir nuestro futuro.
Lic. René Varela Santamaría
DESISA Consultores